sábado, 18 de enero de 2014

Cómo se salvó Wang-Fô

Una de las preguntas más temidas por un bibliotecario suele ser la clásica ¿me puedes recomendar un libro?, temor que se acentúa cuando no conocemos exactamente que es lo que quiere el lector, sus gustos. Incluso en el caso de saberlos, es imposible conocer todos los libros que hay en la biblioteca, teniendo en cuenta el ritmo de aparición de las novedades hoy en día.
Así, ayer me sorprendí leyendo un libro de la sala para niños, que me gustaría recomendaros a todos los que disfrutéis de los buenos relatos. Se trata de un cuento de Marguerite Yourcenar titulado Cómo se salvó Wang-Fô. 
El argumento de la obra es muy sencillo, tal y como corresponde a una obra destinada a un público de unos doce años. Un anciano pintor chino, muy querido por todos, es objeto de la ira del emperador por su poder creador, por lo que es condenado a que le corten las manos y le quemen los ojos. Así no podrá volver a crear ni a contemplar su obra.
Como podéis ver, bajo esta trama, subyacen una serie de ideas que se han ido repitiendo a lo largo de la historia: el afán por parte del poder de controlar todos los ámbitos humanos, la capacidad del artista de eludir por caminos insospechados -mágicos en este caso- las condenas de los poderosos, el arte dentro del arte o la capacidad de todos los seres humanos de comprender el arte.
En esta obra cabe además destacar la adecuación de la autora al estilo oriental. Al leer el relato el lector se siente sumergido en el mundo de la antigua China, a lo que contribuyen unas magníficas ilustraciones de Georges Lemoine.
Si tenéis un cuarto de hora libre, la bibliotecaria os recomienda este libro. Ya me contaréis si os ha gustado.

Marian.

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